19/12/14

LUZ PROPIA

Este jueves, las páginas culturales del periódico El Día brillaron con luz propia, merced a dos interesantísimos artículos:

Uno de ellos, sobre todo por la emoción que destila, escrito por Jorge Dávila y dedicado a la escultora chicharrera María Belén Morales, con la que, según palabras del propio periodista, la sociedad canaria habría saldado una importantísima deuda, concediéndole el primer premio que otorga el Círculo de Bellas Artes de Tenerife y que, a partir de ahora, tendrá carácter anual.
 
María Belén Morales

Trasluce Dávila su admiración por ella, no sólo como la gran artista que es, sino como persona, resaltando por encima de todo, su modestia y su sinceridad; al tiempo que hace hincapié en la justicia de este premio a sus más de 50 años de actividad creadora y compromiso cultural.

Por otra parte, en el artículo titulado "El sueño revivido de Westerdahl", Raúl Gorroño plantea la idea del escritor orotavense Ayoze Suárez de retomar un antiguo proyecto de la Facción Surrealista de Tenerife, propuesto por Eduardo Westerdahl y Alberto Sartorius hace ya 80 años:

"La Residencia Canaria de Cultura Internacional"

Una residencia pensada para fines culturales y de intercambio entre diferentes países, y cuya construcción se pensó efectuar en las cercanías del Hotel Taoro del Puerto de la Cruz, pero por diversos avatares del destino (entre ellos la fatídica guerra civil) el proyecto fue abandonado por completo; si bien, en 1964, siendo presidente del cabildo el portuense Isidoro Luz Cárpenter, se intentó darle un nuevo empujón, pero esta vez tampoco cuajaría.

Por ahora, el Instituto de Estudios Hispánicos y el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl del Puerto de la Cruz, así como determinadas personalidades del norte de la isla, apoyan la propuesta de Ayoze Suárez de retomar el asunto, aunque, al parecer, la ubicación ya no podrá ser la misma proyectada en principio.

De izquierda a derecha: Domingo López Torres, Benjamín Peret, Eduardo Westerdahl, Jacqueline Breton, André Breton, Agustín Espinosa, José María de la Rosa y Domingo Pérez Minik. (Foto de A. Benítez - 1934)

A pesar de los múltiples inconvenientes actuales, la validez y la vigencia de la idea siguen manteniéndose intactas. Una de las basas fundamentales sería aprovechar la bondad del clima, lo que, con total seguridad, empujaría a los intelectuales del norte de Europa, sobre todo en invierno, a venir a las Islas. La Residencia sería un complemento fundamental a otras actuaciones pendientes de acometer en el Puerto de la Cruz, tales como la reforma del Parque San Francisco, la definitiva ubicación del Museo Westerdahl, o la fundación Pedro Garel, lo que volvería a dar renombre a la ciudad, no sólo en el plano turístico, sino situándola como un referente de cultura a nivel internacional.

Miguel Ángel G. Yanes

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