1/1/13

PINTADAS CALLEJERAS

Cuando la gente de mi generación era joven, también hacíamos pintadas en las paredes, en los muros de los colegios, en la tapias de los cementerios... aunque con medios mucho más precarios. No existían los adelantos de hoy en día y se escribía con tiza, con carbón o con algún pedazo de ladrillo. Escribíamos, a hurtadillas, palabras tales como: Pan, Cultura, Justicia, Libertad... y digo a hurtadillas porque existía un riesgo evidente. Como poco podías acabar en comisaría, llevarte unos porrazos o hasta un tiro en la nuca (haberlos hubo) si, al darte el alto, echabas a correr, y el "responsable" de la autoridad tiraba de pistola. Se solía decir que el agente había tropezado al efectuar un disparo intimidatorio al aire: "Tremenda puntería".

Pillado "in fraganti"

En aquella época, las pintadas callejeras eran una cosa ocasional y peligrosa; por contra, hoy en día las ciudades aparecen pintarrajeadas por doquier, pero obviando alguna que otra reivindicación esporádica, la mayoría exhiben una falta de cultura, de educación, de originalidad e incluso de coherencia, que clama al cielo.

Para muestra un botón:


Luego están los verdaderos artistas que, spray en mano, efectúan magníficos murales y decoran con gusto y sentido estético, fachadas, murallas, parapetos ... para que luego vengan los descerebrados de turno, también spray en mano (están al alcance de todo el mundo) y les destrocen sus obras con símbolos, mamarrachadas y estupideces, porque no saben hacer otra cosa y no soportan a esas luciérnagas que brillan con luz propia.




Miguel Ángel G. Yanes

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