29/5/11

HOMENAJE A LAURA HIGUERAS


Aunque, harto y desencantado, no comulgue ya, ni con hostias ni con ruedas de molino, y me declare profundamente panteísta, le debía a Laura Higueras (q.e.p.d.) la asistencia al acto que honraba su memoria de mujer comprometida con nuestra cultura y nuestras tradiciones. Y es que la amistad, a veces, se halla más allá de creencias religiosas y políticas, aunque los diálogos se tornen difíciles y en ocasiones se hagan imposibles. Sé bien de lo que hablo, porque me ocurre incluso con miembros de mi propia familia: Unos somos de izquierda, otros de derecha, unos religiosos, otros no… pero no por ello dejamos de querernos aunque, con el tiempo, nos hayamos distanciado más de lo conveniente. Pero ellos saben que cuando me necesiten siempre estaré ahí, y a la recíproca, yo también lo sé.

Mi abuelo me enseñó, de niño, palabras importantes: libertad, república, tolerancia, aunque había que decirlas bajito (cosas de la posguerra) pero mi abuela me enseñó también otras más comunes en la época, pero harto valiosas: amabilidad, educación, respeto… Curiosamente, mi abuela era de derechas y mi abuelo de izquierdas; así y todo se amaron y convivieron durante más de 40 años. Recuerdo siempre que, cuando Franco daba el mensaje navideño por televisión, mi abuela, pañuelo en mano, no podía contener las lágrimas, mientras mi abuelo soltaba toda clase de improperios. Así me crié.



Por eso estuve ayer en Igueste de Candelaria, invitado por Holanda Victoria Coello, para asistir al homenaje que todo un pueblo rendía a Laura Higueras a los 10 años de su fallecimiento, que no de su ausencia, porque, su pálpito, se puede notar aún entre los suyos. Laura, mujer comprometida siempre con el prójimo, defensora a ultranza de raíces y valores incuestionables, poseedora de una mirada especial, cuyo magnetismo atrapaba, como la luz atrapa a las falenas, era también persona correctísima donde las hubiera. Siempre tuvo la deferencia de contar conmigo, invitándome, cada vez que organizaba algún evento literario, a través de nuestro común amigo Adolfo Martín Coello; cuya inasistencia hoy, por imponderables de salud, dejó en el aire la helada ausencia de su voz.

Dada la coincidencia de horario con la final de la Copa de Europa de fútbol, pensé que no asistiría casi nadie al nuevo espacio cultural Porfirio Torres Cruz, pero contra todo pronóstico, el salón se llenó, a excepción de la primera fila, reservada para las autoridades, que resultaría vacante por completo. Siempre me ha dado la sensación de que autoridades y cultura no forman un buen tándem.



Fue un acto entrañable, perfectamente coordinado por el periodista Zenaido J. Hdez. Cabrera, y al que puso su punto de emoción, Dimas Coello, pintor, escritor, poeta… y amigo personal de Laura, al glosar su figura ante los presentes. Actuaron también el Ballet de Alicia Fariña y la Agrupación Folklórica Igonce de Araya. En el apartado de pintura, colaboraron con diversas obras los pintores Ángel González, Manuel Hernández, Adela Machín Oliva y Rebeca Sosa García. Se efectuó, así mismo,  una proyección de diapositivas, donde diversas fotografías recogidas y organizadas por Francisco Coello y José Antonio Martín sobre paisajes y tradiciones de Igueste, se fueron intercalando, sobre un fondo musical, con otras en las que aparecían determinadas imágenes de Laura Higueras. Los ganadores del concurso de micro-relatos organizado por Pilar Maceín Núñez: los jovencísimos Nerea Negrín Ruiz y Daniel Coello Oliva, leyeron sus respectivos trabajos. Y un servidor tuvo también el honor de leer unos poemas.

¡Ah!... Y nos obsequiaron con unos ramilletes de flores elaborados con un gusto exquisito.

Miguel Ángel G. Yanes

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