1/4/11

UN DEMONIO DE AFILADO TRIDENTE

El pasado 2 de marzo me cogí un rebote con el mundo, un fuerte cabreo, una rabieta sorda que me descorazonó. Me hundí, no sé bien si en una angustia, tristeza o desesperanza, que me dejó con la absurda sensación de que se me hubieran agotado las baterías (debe ser eso que la gente llama depresión)… aunque yo diría más bien “encabronamiento”, y en ese instante, decidí no volver a escribir. Guardé todos mis papeles, apuntes, poemas, notas… dejando mi escritorio como un desierto de oscuras nadas, perfectamente organizado, limpio y con ausencia total de ideas y emociones. Apagué el ordenador y no he vuelto a encenderlo, salvo para escuchar algo de música clásica (Mozart, Haendel, Vivaldi, Tchaikovsky, Mahler, Chopin, Boccherini) o guitarra española (Andrés Segovia, Narciso Yepes, Francisco Tárrega, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, John Williams) y desconectarme del “mundo mundial”.


Con una guerra en ciernes, en la que nos iban a meter de cabeza sin comerlo ni beberlo, estaba todo dicho. No valía de nada preguntarse por y para qué. El "Ciudadano Plof" ya lo había explicado bien clarito en su blog:

¡Hum!... ¿Por qué será que toda esta movida de la revolución en los países del Magreb y de Oriente Próximo, me está oliendo a cuerno quemado? Me suena a aquello de "a río revuelto, ganancia de pescadores" ¿No estará alguien aprovechando la oportunidad que le brinda esta rebelión iniciada por los jóvenes, para manipular el asunto a su antojo? ¿Recuerdan el movimiento hippie en los 60? ¿Cómo el Sistema lo corrompió, convirtiéndolo en un producto de consumo y jodiendo aquel magnífico intento de revolución? ¿Puede estar ocurriendo algo parecido aquí? ¿Algún macro cocinero internacional, versado en economía, intenta darle la vuelta a esta tortilla? ¿Por qué soldados de EEUU se dirigen a Libia? ¿Qué tiene Libia que les pueda interesar?...


¡"Sastamente"!... ¡¡¡PETROLEUM!!!

Publicado por Ciudadano Plof el 02/03/11 

Supongo que mi correo electrónico habrá petado o estará a punto de hacerlo. Mis amigos creerán que estoy de viaje, que es cuando único dejo de enviarles mis consabidas paletadas de cal y de arena, disfrazadas de archivos. Nadie ha pensado que pueda estar enfermo; la ausencia de ring ring del teléfono, así lo indica. Al menos me consideran un hombre saludable.

Pero después de un mes en dique seco, harto de que me pinche las nalgas con su agudo tridente, empujándome para que vuelva a escribir, he cedido por fin a la tortura. Reconozco que ese maldito demonio que, invisible a los ojos, pulula a mi alrededor, es más fuerte que yo.


Miguel Ángel G. Yanes

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