21/11/10

JOSÉ ANTONIO LABORDETA


Una verde esmeralda de esperanza brilla en nuestra memoria y acompasa, con rítmico latir, los corazones: es el eco profundo de tu canto.

Hace ya dos meses (de ese tiempo que inventaron con rabia "los absurdos") que abandonaste este mundillo tridimensional, esta esfera minúscula, esta mota de polvo sideral que sin destino flota. Y fugaz, en un simple destello, te alejaste hacia el origen de todos los orígenes, hacia ese centro donde el aliento sagrado de los dioses (¿otro invento también de "los absurdos"?) al parecer, el universo mantiene en movimiento.



Pero yo me pregunto: ¿A dónde irás, amigo, sin la rotunda fuerza de tu voz? ¿Cómo sabrán los creadores que sigues siendo tú? ¿Con qué nombre imposible han de nombrarte? ¿Quién va a darte tus medidas exactas como estrella? ¿Acaso hay algún sastre estelar que sea experto en almas?

- ¡Da igual! -me dice un grillo cósmico- (creo que "los absurdos" lo llamaron conciencia) No hacen falta medidas; todo está calculado de antemano. Aquellos cuyos ojos irradiaron amor, lealtad, ternura… serán por siempre luminosas estrellas.

Miguel Ángel G. Yanes

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