23/4/14

UN LIBRO Y UNA ROSA

 

San Jorge (en catalán "Sant Jordi") patrón de Aragón, Cataluña e Islas Baleares, celebra hoy su onomástica coincidiendo con el Día  Internacional del Libro; aunque es en Cataluña dónde, a pesar de no ser día festivo, tiene mayor arraigo popular, aunando dos tradiciones diferentes: 

1) Regalar una rosa

Costumbre que, al parecer, se remonta al siglo XV, y acontecía durante la Feria de las Rosas que se celebraba en Barcelona en aquella época. A las mujeres que el 23 de abril asistían a la misa oficiada en la capilla de Sant Jordi, se les regalaba esa flor en conmemoración de la azaña del santo cuando, tras matar al dragón, de su sangre brotó una rosa, que ofreció a la princesa que éste mantenía cautiva. 

Datos tomados de Wikipedia, la enciclopedia libre.


2) Regalar un libro 

Esta otra costumbre es mucho más reciente; se remonta al 23 de abril de 1929, fecha en que se instituyó oficialmente el Día del Libro, al hacer coincidir, de manera un tanto forzada, el fallecimiento, en 1616, de dos genios de la literatura universal: William Shakespeare y Miguel de Cervantes (en rigor, ninguno de ellos murió ese día: Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23; mientras que Shakespeare sí murió en la fecha indicada, pero del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del actual calendario gregoriano).  

Datos tomados de Wikipedia, la enciclopedia libre.


Pues a partir de esta unificación de tradiciones en una misma fecha, la sociedad de consumo (ladinamente) empuja a los ciudadanos a comprar ambos productos para ser entregados como regalos ese día: una rosa roja para las mujeres y un libro para los hombres, lo cual siempre me pareció culturalmente sexista y discriminatorio. 

Al exponer esta opinión en público, algunos no entendieron mi razonamiento, y se me echaron encima con exacerbados ánimos; así que no tuve más remedio que explicarme con detalle.


En principio aduje que la posición social de la mujer estuvo siempre por debajo de la del hombre; siendo discriminada secularmente, salvo contadas excepciones, en todo lo relativo a cultura y educación, y "condenada" (supongo que por lo de la jodida manzana ) por una sociedad machista, a ser ama de casa, esclava, sirvienta, amante, puta... y poco más. Así que resultaba fácil taparle la boca con una rosa para tenerla contenta; pero hoy en día, en que las mujeres, luchando a brazo partido por sus derechos ya han aprendido a leer, y conseguido acceder a la universidad, pugnan por ocupar el lugar que, en justicia, les corresponde junto a los hombres, siendo sus iguales en todos los ámbitos. Es por ello que propongo que, aunque la crisis económica nos retuerza el cuello y el bolsillo, hagamos un esfuerzo supremo y regalemos un libro y una rosa, tanto a ellas como a ellos.


No puedo negar la belleza de la rosa, pero desnuda sobre un libro es más hermosa aún.

Entonces alguien me espetó diciendo:

- Pues yo nunca he terminado de leer un libro. Siempre me ha parecido una pesadez del carajo.

- ¡Pues lea la rosa y huela el libro!... ¡Seguro que algo aprenderá!

Miguel Ángel G. Yanes

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