12/12/13

¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA...!

Pero como decían los viejos:

"Que llueva constante pero serenito, para que no haiga* destrozos".



 
El agua es una bendición para esta tierra.

La pena es que no existan las necesarias infraestructuras para aprovechar ese ingente caudal que se pierde en el mar. Un territorio como el nuestro, tan necesitado del líquido elemento, no se puede permitir ese lujo.

Ante el tórrido aguacero que contemplo al amparo del cristal, la memoria todavía me trae a los labios aquel cántico infantil:

¡Que llueva, que llueva!
La virgen de la cueva
Los pajaritos cantan
Las nubes se levantan
¡Que sí! ¡Que no!
Que caiga un chaparrón
Con azúcar y turrón.

(*) No está mal dicho sino en desuso. Es castellano antiguo.

Miguel Ángel G. Yanes
 

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