29/4/13

EL CALLEJÓN PERDIDO

La verdad es que aquí, en la capital chicharrera, tenemos la manía de perderlo todo: un balneario, un castillo, una plaza... y hasta un callejón.

Hoy quiero hablarles de él, o mejor de un suceso acaecido en el mismo.


A espaldas de la casa parroquial, anexa a la Iglesia Matriz de la Concepción existió, antaño, otra edificación (perdida, por supuesto) quedando, entre ambas, un estrecho callejón del que nunca supe el nombre. Hoy en día, a poco que uno se fije, se puede observar que existe una extraña transición entre esta zona y la Avda. de Bravo Murillo, lo que viene a indicar su existencia, o mejor, su inexistencia, enmarcada por una diferencia de niveles, una barandilla metálica desangelada, que los chicos usan para practicar el "skate" (si es que se dice así) y unos extraños escalones.

Supongo que consultando un mapa antiguo de la ciudad, encontraría su denominación, pero no viene al caso. Les explicaré por qué:

Allá por los años de Maricastaña, teníamos un vecino panadero, Don D. que, cierta noche, fue agredido, se suponía que con ánimo de robarle, en el callejón de marras.


El pobre hombre, tembloroso y ensangrentado, corrió cuanto pudo hasta llegar a la Casa de Socorro. Un buen trecho a fe mía, ya que, la misma (lo digo para los más jóvenes) se hallaba ubicada en los bajos del actual Museo Municipal de Bellas Artes; edificio este situado en uno de los laterales de la Plaza del Príncipe, exactamente en la calle José Murphy; que viene a ser la que muere en la llamativa fachada del Círculo de Amistad XII de Enero (lo digo para los que no estén muy versados en calles y museos). Pues bien, allí lo atendieron de inmediato, y cuando el médico que le cosía la herida, le preguntó cómo había sido el percance, dijo:


- Un mal nacido que, aprovechando la oscuridad, según pasaba yo por el callejón, me acuchilló sin mediar palabra.

- Pues debe ser un artista del arma blanca, porque le dio tremendo tajo en una nalga, y ni siquiera le rajó  los pantalones.

Desde entonces, para mí, fue siempre el Callejón del Culo. Lástima que lo hayamos perdido.

Miguel Ángel G. Yanes

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