9/8/12

CHAVELA VARGAS

El pasado 5 de agosto, en la ciudad mexicana de Cuernavaca, fallecía, a los 93 años, Isabel Vargas Lizano... Anteayer, en la Plaza Garibaldi de la populosa Ciudad de México, el mundo entero le rendía homenaje... Y hoy, 9 de agosto de 2012, se celebraron las honras fúnebres de esta cantante de voz ronca y profunda, costarricense de nacimiento y mexicana de corazón: Chavela Vargas, "La Vargas" como a ella le gustaba que la llamaran.
 
Una mujer rompedora, como pocas, que se atrevió a adentrarse en un género musical, el de las rancheras, que,  hasta ese instante, estaba reservado exclusivamente a los hombres, que se hacían acompañar por un grupo de mariachis para cantar temas de acusada sensualidad. Ella cantaba sola, con su guitarra y su voz grave, poniendo el énfasis en su pasión por las mujeres. Siempre fue un personaje que iba contracorriente: bebía, fumaba y llevaba pistola al cinto. Era reconocida mundialmente por su característico poncho de color rojo, que vino a ser su seña de identidad.

 
A pesar de que la relación de Chavela con su familia era prácticamente inexistente, su sobrina Gisela Ávila Vargas, se personó, acompañada de un letrado, en el Palacio de Bellas Artes del Distrito Federal, donde se velaba el cadáver de su tía, para exigir que le fueran entregadas sus cenizas. Al parecer, obra en su poder un documento con la última voluntad de Chavela, en el que especifica el deseo de que sus cenizas fueran esparcidas en el océano, una mitad en Veracruz y la otra en Guanacaste. 

La controversia está servida, ya que, la biógrafa y amiga íntima de Chavela, María Cortina, expresó el deseo de la cantante de que parte de sus cenizas se aventaran en las faldas del Chalchi, un cerro que para ella era mágico, ubicado en su refugio de Tepoztlán (Morelos); mientras que otra parte debía reposar en las remotas tierras de los indígenas huicholes, a los que debía su curación 15 años atrás, y que, con posterioridad, la habían nombrado 'chamana mayor' de su milenaria cultura, haciéndole entrega de un medallón de chaquira (cuentas de artesanía mexicana) que utilizaba siempre que salía al escenario, y que pidió en sus últimos días, sabedora de la inminencia de su tránsito.


Miguel Ángel G. Yanes


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