21/7/11

EL DOGAL QUE NOS CIÑE


Muchos son los que piensan que mi postura crítica con respecto a los teléfonos móviles y otros cacharros ("buenas noches amigos y enemigos"*) implica un rechazo frontal a la evolución tecnológica. Quiero aclarar que esto no es así. Sólo me planteo si el enfoque que se le da a la utilidad de esos trastos, nos llevará  por el camino correcto, aquél que nos conduzca a un reparto equitativo de la riqueza y a una sociedad más culta, libre y justa. Y llego a la conclusión de que no, porque a pesar de tener tantos trastos y tantos adelantos técnicos a nuestro alrededor, en lo esencial avanzamos poco o nada. Es más, son instrumentos que, aunque su uso nos beneficie en parte, a quiénes realmente favorece, generándoles pingües beneficios, es a los que nos controlan y manipulan, sin que nos demos cuenta.

Sólo unas determinadas familias de ricachones, una élite, son los únicos que, a nivel internacional, progresan, medran, viven desahogadamente, haciéndose, a su vez, con el control de todos los recursos del planeta a través de grandes holdings, bancos o empresas multinacionales, sirviéndose para ello de la tan cacareada globalización. Mientras, el resto de la humanidad, sufre diferentes formas de esclavitud: física, mental, económica, lo que provoca un claro estancamiento con respecto a los poderosos que, con todos los hilos en sus manos, optan por mantenernos a raya; no siempre a golpes o a tiros, como antaño, sino de una forma mucho más sutil: dejándonos caer unas migajas, generándonos una serie de dependencias y sobre todo, haciéndonos creer que somos libres.


Ahora que se ha destapado la caja de los truenos con el escándalo de las escuchas telefónicas en el Reino Unido, tal vez algunos entiendan mi postura. Ellos ("los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños..."**) jamás pensaron que la facilidad que tiene hoy el pueblo para acceder, a través de Internet, al conocimiento y a la información, fuera tan peligroso para sus intereses. Sí no, a buena hora nos habrían abierto esa puerta) Ahora, repito, cuando se descubre hasta dónde llega la manipulación de la ciudadanía por parte del poder, hasta dónde nos hacen bailar a su antojo, es el momento de preguntarse: ¿Queremos seguir siendo títeres, muñecos, marionetas... ejércitos de hormigas, carne de cañón... prestos a luchar y a morir defendiendo los intereses de unos pocos, convencidos de que lo estamos haciendo por nuestros derechos, por nuestras libertades, por nuestros hijos?... ¡Ja!

¿De qué nos sirve que el dogal que nos ciñe lleve piedras preciosas?

(*) Resumen de noticias - Silvio Rodríguez.
(**) No me llames extranjero - Rafael Amor.

Miguel Ángel G. Yanes
 

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