25/5/11

HUELGAS Y CARADURAS

Trabajé durante 35 años en una misma empresa y puedo decir que, del primer departamento en el que estuve ¡27 años apenas! y cuya plantilla andaba también por esa cifra, sólo tres personas, salvo algún-a ocasional, acudíamos sin falta a todas las huelgas que se convocaran: Rosi, Tono y yo (si alguien opina que esto no era así, ruego se manifieste al respecto) Perdíamos dinero, arriesgábamos el físico en la calle, el puesto de trabajo… para que el resto, a buen recaudo siempre, sin mover un dedo, sin arriegar el pellejo y sin perder una lata, terminara beneficiándose, si es que triunfaban nuestras reivindicaciones. Y es que, en mi caso al menos, aunque nunca estuve afiliado a sindicato o partido político alguno, el hecho de no tener que acatar determinadas disciplinas, no fue óbice jamás para dejar de reconocer qué ribera del río me tocaba defender.



Aunque, al final, terminas hartándote de la falta de solidaridad, del cabreo de recibir una nómina descafeinada, de las risitas jocosas de algunos "prójimos"... y entonces, la mala leche se te rebosaba y te hacía decir en voz alta: ¡A la próxima huelga, van a ir los que nunca mueven el culo, porque yo no pienso volver sacarles las castañas del fuego!, pero a la postre... ibas. Uno no puede traicionarse a si mismo.

Muchos, para no acudir a la huelga, ponían la excusa de sus problemas económicos, cuando en realidad, casi todos se hallaban más resueltos que nosotros: ganaban más, o estaban pluriempleados, o su pareja trabajaba, o tenían montado algún negocio... otros alegaban que por mucho que hiciéramos, todo aquello no servía para nada, porque todo estaba ya acordado y hasta firmado. (¡la libertad no existe! gritaban los esclavos)*  Había algunos que, por una vez, llegaban a apuntarse al día de huelga, pero luego no se atrevían a salir de su casa, e incluso quiénes, mostrándose totalmente en contra de lo decidido por las asambleas, nos recriminaban por el hecho de echarnos a la calle a defender nuestros derechos... y los suyos. De todo había en la viña del señor, pero el no va más eran aquellos tipos que, estando afiliados a los sindicatos convocantes de la huelga, se pasaban las directrices por los forros y no se adherían a ella. Algo así como una "discipollina sindical".



Años más tarde, cuando la lucha laboral ya no era ni asomo de lo que había sido, y yo había cambiado de departamento motu proprio, descubrí, con respecto al tema de las huelgas, algo que venía a ser "el remate de la puñeta": Haciendo uso de su información privilegiada como sindicalistas, determinados... iba a decir compañeros, pero no, diré "tipos". Pues eso; determinados "tipos" solicitaban librar el día de la huelga (cosa ilegal), antes de que se hiciera pública la convocatoria, con lo que, no perdían un duro y sin embargo, aparecían siempre en las fotos, formando parte de la cabecera de la manifestación.

¿Cómo lo ven?

Y es que... ¡caraduras hay siempre en todas partes!

(*) El loco de la vía (Rafael Amor)

Miguel Ángel G. Yanes

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