"Totufo" es una palabra muy canaria, con dos acepciones bien definidas: como sinónimo de torpe, y como sinónimo de bulto; a esta última es a la que hago referencia. Recuerdo una frase escuchada en la infancia, y que se grabó en mi memoria para siempre: Tiene la cabeza llena de "totufos". Aunque ahora que lo pienso, ambas acepciones pueden asentarse a la vez en una misma cabeza si el dueño de la misma es un "totufo" con la ídem llena de "totufos", que es a lo que van abocados muchos ciudadanos, merced a los medios de "atontación".
Me causa verdadera tristeza saber que hay tanta gente enganchada a estos deleznables programas, pero la culpa es suya sólo en parte, porque no ha habido un gobierno en este país que le metiera mano a esa panda de vividores-as, frescos-as y caraduras, y a quienes los dirigen, que se están forrando a costa de explotar problemas y desgracias ajenas.
¿Cómo se puede permitir que un medio tan poderoso como la televisión, en vez de para culturizar a un pueblo, se emplee para atontarlo, porque, lo diré con palabras de Forges: lo que en realidad está generando todo esto es un "embrutecimiento mediático".
A mí qué demonios me importan la vida y miserias de una gente a la que no conozco. Es que parece que, por el mero hecho de ser famosos y aparecer a cada rato en las revistas y en la tele, ya son conocidos nuestros de toda la vida. Me recuerda una anécdota reciente cuando, en el sepelio de un político canario, una señora lloraba a moco tendido en la puerta de la iglesia y, alguien que intentó consolarla, le preguntó:
- ¿Lo conocía usted bien?
- No, personalmente no, pero como salía tanto por la tele...
Lo consideraba como de la familia, pensé para mis adentros.
Soy de los que creen que Freud estaba confundido cuando postuló que el impulso sexual era lo que motivaba la conducta humana; al parecer, lo que realmente la motiva es inmiscuirse en las vidas ajenas.
Si no es así, no le encuentro explicación a lo que ocurre.
Miguel Ángel G. Yanes
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